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lunes, 5 de abril de 2010

EL PISCO ES PERÚ


Recorrer la ruta del pisco nos sumerge en un viaje mágico, lleno de historia y tradición, que permite entender la historia tan estrecha y afectiva de los productores de estas regiones con su aguardiente


El pisco va tras la buena uva y en busca de un suelo y clima con óptimas condiciones. Estas virtudes se encuentran en los valles pisqueros que se inician en Cañete, 145 Km al sur de Lima, y terminan en Tacna, departamento fronterizo con Chile. La uva pisquera exige un suelo franco arenoso, terrenos bastante sueltos donde puedan profundizar sus raíces con un grado medio de salinidad y un pH (acidez del suelo) entre 6,6. y 7,5. La composición del terreno y la adecuada temperatura de estos valles permiten que las uvas crezcan vigorosas y pródigas, con el grado necesario de azúcar para obtener un buen pisco.
Obviamente cada valle privilegia sus variedades y, desde luego, tiene caracterÌsticas propias. La altura de los mismos va desde el nivel del mar hasta los 1,500 m. de altura.
La mayor concentración de productores de pisco se encuentra al sur del país. Este núcleo fuerte lo componen las localidades donde se elabora aguardiente desde la época colonial. Cuentan entonces con una historia propia y aunque muchas bodegas han desaparecido o solo quedan vestigios de ellas, un buen número de las que funcionan son herencia de varias generaciones y conservan el linaje del pisco peruano. Este fenómeno de lazos familiares se observa tanto en la producción artesanal como en la industrial.

Por lo general, son redes familiares que anualmente llevan a cabo un ancestral ritual con interés y esmero; el ritual de preparar los viñedos, vigilar el buen crecimiento de la uva, celebrar la cosecha, efectuar la pisa y llegar al momento cumbre: destilar el mosto, integrar las enseñanzas aprendidas de los mayores con la propia experiencia y continuar así una costumbre que habita años de años entre ellos.
En el Perú, las bodegas artesanales priman sobre las industriales y no todas tienen viñedos propios. En ese caso, se compra la uva a los agricultores y el proceso de destilación se realiza en una bodega propia o alquilada. A quienes practican esta modalidad se les llama "piqueros". Son cerca de 80 productores artesanales e industriales que cuentan con la denominación de origen. Cada año ellos hacen posible que este maravilloso y ancestral aguardiente llegue a nosotros.

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